Hace 10 años se profetizaba que la secuenciación del ADN humano abriría las puertas a nuevas terapias génicas que iban a revolucionar la medicina. Hoy día se constata que no es así: prácticamente no se ha logrado no ya curar sino ni siquiera explicar ninguna enfermedad a pesar de que el Proyecto Genoma Humano se completó hace tiempo.
En el número de este mes de Scientific American un artículo describe en detalle esta "revolución postpuesta" (Revolution Postponed, acceso gratuito) y recoge las diferentes opiniones: desde los que creen que la revolución anunciada va a llegar, aunque con retraso, hasta los que piensan que el método seguido hasta ahora para buscar terapias génicas es totalmente erróneo.
En el fondo lo que está en cuestión es una creencia que parecía indudable hasta hace una década: que el "genotipo" (los genes, compuestos de ADN) sea suficiente para explicar el "fenotipo", es decir, los rasgos anatómicos y fisiológicos de un ser vivo. En efecto, se ha comprobado en ratones que algunos rasgos adquiridos por un individuo a lo largo de su vida pueden transmitirse a su descendencia (artículo). También se empieza a entender que el "ADN basura", una gran parte del ADN de la que hasta ahora no se conocía la función, en realidad sí interviene de manera indirecta en la síntesis de las proteínas. Y que la expresión de un gen concreto puede verse afectada por los genes que lo rodean.
Todo ello indica que los mecanismos de la herencia son más complejos de lo que se creía. La mala noticia es que las terapias génicas no van a hacerse realidad a corto plazo. La buena noticia es que los científicos se están acercando por fin a entender cómo funciona realmente la vida y que a largo plazo esto puede por fin aportarnos beneficios tangibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario