En enero de este año la revista británica The Economist publicó un editorial titulado Bubble warning (que podría traducirse por "alerta de burbujas") en el que se inquietaba del hecho de que la economía mundial se ha vuelto "demasiado dependiente de estímulos públicos que no son sostenibles".
Repasando los hechos desde la crisis financiera de 2008, el editorial constata que los bancos centrales se pusieron a crear y repartir dinero gratis en cantidades nunca vistas. Con esto frenaron la caída y luego propiciaron un auténtico boom bursátil, evitando también de paso que cayeran los precios en general, la tan mencionada deflación. En paralelo los gobiernos de muchos países desarrollados asumieron deudas del sector privado y además inyectaron cantidades masivas de dinero en sus economías (los "planes de estímulo". La consecuencia de estas dos acciones han sido que:
- La contracción económica global se ha frenado,
- Los precios de todo, desde las acciones hasta las materias primas pasando por las viviendas han vuelto en 2010 a niveles muy altos, casi como si la crisis no hubiera existido y
- Los déficits públicos han crecido hasta niveles superiores al 10% del PIB en muchos países, entre ellos EE.UU. y Reino Unido.
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