29.4.10

Europa Oriental no va a pagar lo que no puede pagar

En esta tercera aportación de la mini-serie sobre las finanzas públicas os presento un artículo de opinión publicado por Financial Times el 7 de abril y titulado Eastern Europe won’t pay what it can’t pay  ("Europa Oriental no va a pagar lo que no puede pagar"). El autor, Michael Hudson, cuenta los hechos desde dentro porque es el principal consejero económico de un centro de estudios de Letonia.

Hudson explica que varios países de Europa Oriental tienen un grave problema financiero porque se han endeudado mucho en divisas extranjeras, sobre todo en euros. Cita los casos de Letonia, a la que han dado préstamos sobre todo bancos suecos, y Hungría y Rumania, que le deben principalmente a bancos austriacos. En la actual situación de grave crisis económica esas deudas se han vuelto "demasiado altas para pagarlas".

Cuando un país se endeuda demasiado la solución clásica es devaluar la moneda. Esto es lo que hizo por ejemplo Roosevelt en Estados Unidos en los años 1930. Así los acreedores pierden a corto plazo pero el país puede recuperarse y a largo plazo la solución puede ser buena para todos. Sin embargo, si la deuda se ha contraído en divisas extranjeras el país no puede librarse de ella devaluando. Por ello, los países de Europa Oriental han tenido que recurrir al Fondo Monetario Internacional, que les está concediendo préstamos pero a cambio de duras medidas de austeridad que no hacen más que agravar la crisis.

Lo que propone Hudson es que los países de Europa Oriental salgan del círculo vicioso declarando la bancarrota o bien, en una opción algo menos radical, reconvirtiendo la deuda a sus divisas nacionales y luego haciendo devaluaciones masivas. Naturalmente los bancos extranjeros saldrían perjudicados en ambos casos pero, como dice Hudson, "al fin y al cabo, los gobiernos representan a sus electorados nacionales. Los bancos extranjeros no votan."

Para salir de la crisis, más Europa

El 6 de febrero de este año Daniel Cohn-Bendit y otros dos eurodiputados ecologistas publicaron en Le Monde un artículo de opinión con el título de La crise impose à l'Europe de repenser en profondeur ses politiques économiques ("La crisis obliga a Europa a remodelar en profundidad sus políticas económicas").

Los autores denuncian que los estados miembros de la Unión Europea están haciendo cada uno la guerra por su cuenta para salir de la crisis económica, dando como resultado ineficacia y medidas contraproducentes. Como remedio proponen tres medidas:
  1. Armonizar los impuestos, al menos entre los países de la zona euro. Esto evitaría la actual situación en la que los diferentes territorios se hacen la competencia bajando los impuestos, lo que trae como consecuencia mayores déficits públicos para todos.
  2. Compromiso firme de mantener los niveles de déficit y deuda públicos por debajo de ciertos límites; es decir, simplemente respetar las normas que se fijaron cuando se creó el euro.
  3. Permitir que el Banco Central Europeo actúe para evitar la formación de burbujas especulativas como la que azotó al sector inmobiliario español hasta 2007.
En suma, concluyen, se trata de realizar "transferencias de soberanía nacional" de los estados a la Unión, para evitar que los gobiernos sigan practicando "comportamientos no cooperativos" que ponen en riesgo los "logros europeos, en primer lugar el euro".

Bubble warning

Hoy me voy a salir de los temas habituales de este blog para tratar sobre un asunto de actualidad: el aumento de la deuda pública de muchos países y su efecto sobre la economía. En tres entradas sucesivas voy a resumir tres artículos de opinión que me parecen clave por su claridad y rotundidad.

En enero de este año la revista británica The Economist publicó un editorial titulado Bubble warning (que podría traducirse por "alerta de burbujas") en el que se inquietaba del hecho de que la economía mundial se ha vuelto "demasiado dependiente de estímulos públicos que no son sostenibles".

Repasando los hechos desde la crisis financiera de 2008, el editorial constata que los bancos centrales se pusieron a crear y repartir dinero gratis en cantidades nunca vistas. Con esto frenaron la caída y luego propiciaron un auténtico boom  bursátil, evitando también de paso que cayeran los precios en general, la tan mencionada deflación. En paralelo los gobiernos de muchos países desarrollados asumieron deudas del sector privado y además inyectaron cantidades masivas de dinero en sus economías (los "planes de estímulo". La consecuencia de estas dos acciones han sido que:
  1. La contracción económica global se ha frenado,
  2. Los precios de todo, desde las acciones hasta las materias primas pasando por las viviendas han vuelto en 2010 a niveles muy altos, casi como si la crisis no hubiera existido y
  3. Los déficits públicos han crecido hasta niveles superiores al 10% del PIB en muchos países, entre ellos EE.UU. y Reino Unido.
Los autores del editorial concluyen que "Hoy día los precios de muchos activos están siendo mantenidos por estímulos fiscales y monetarios insostenibles. Algo tiene que ceder."